Psalms 56

Dios escucha la oración de Israel

1
1. No destruyas , indica probablemente el título de la melodía. Sobre Miktam cf. Salmo 15, 1 y nota. Aquí parece significar himno recordatorio. Según la Vulgata: “para inscribirse en una columna”. Salmo parecido al anterior en fondo y forma, y no menos sublime en los sentimientos. La cueva que aquí se menciona puede ser la de Odollam (I Reyes 22, 1 ss.), o más bien la de Engaddí (I Reyes 24, 1 ss.). David que confía siempre, y cuya confianza nunca sale fallida, entona durante aquella noche (cf. versículo 9) esta suprema apelación de amparo, cuando su vida pendía de un hilo.
Al maestro de coro. Por el tono de “No destruyas”. De David. Miktam. Cuando huyendo de Saúl, se refugió en una cueva.
2
2. A la sombra de tus alas... hasta que pase la calamidad: Hoy más que nunca hemos de refugiarnos junto al Corazón del Padre ante las calamidades que el mundo padece y la iniquidad y apostasía que se entroniza, recordando el dolor de Elías ante la prevaricación de su pueblo (III Reyes 19, 9 ss.). No olvidemos que fue el mismo Jesús quien nos descubrió su deseo de protegernos así, al amparo de sus alas, como la gallina a sus polluelos (Mateo 23, 37).
Ten piedad de mí, oh Dios,
ten piedad de mí,
ya que a Ti se acoge mi alma.
A la sombra de tus alas me refugio
hasta que pase la calamidad.
3
3. Lo reconoce como a su bienhechor habitual. Tal es la verdadera base de nuestra a-mistad con Dios (Salmo 102, 2 ss.): pensar bien de Él, sin lo cual no podemos amarlo. Es la primera lección que nos da la Sabiduría (Sabiduría 1, 1). “La vida espiritual ha de estar fundada no en la falaz arena del amor que nosotros pretendemos tenerle a Dios sino en la roca del amor que Dios nos tiene.” Cf. I Juan 4, 10; Romanos 11, 35; 5, 8 s.; 8, 39 s.; Efesios 2, 4 y nota.
Clamo al Dios Altísimo,
al Dios que es mi bienhechor.
4
4. Son las dos características con que siempre se nos muestra a Dios (cf. Salmos 39, 12; 88, 15 y nota, etc.), y a su Enviado Jesucristo: misericordia en sus promesas y fidelidad en cumplirlas. Cf. versículo 11; Números 23, 19.
Quiera El enviar del cielo
a quien me salve;
entregue al oprobio
a quienes me persiguen;
mande Dios su misericordia y su fidelidad.
5
5. Sobre esta frecuente insistencia con que se nos presenta la maldad humana, véase Salmo 54, 22 y nota. Tanta es la fuerza de estas expresiones que San Agustín las aplica en sentido alegórico a los demonios, diciendo (según el texto de la Vulgata): para sacarnos de la boca de esos verdaderos leones (I Pedro 5, 8) que vomitan llamas de su boca; para eso vino Cristo a este mundo. Su lengua, cortante espada: Véase sobre lo que es la lengua el célebre capítulo 3 de Santiago.
Yazgo en medio de leones,
que devoran con avidez
a los hijos de los hombres.
Sus dientes son lanzas y saetas;
y su lengua, cortante espada.
6
6. Es un estribillo (cf. versículo 12), y expresa admirablemente, junto con un suspiro mesiánico de David, lo que ha de ser a un tiempo nuestra pasión y nuestra esperanza: la gloria del Padre, que le viene toda por el Hijo (Mateo 3, 16), en el común Espíritu de amor, y que se ha de manifestar cuando su Enviado, Cristo, antes Víctima dolorosa, aparezca a los ojos de todos como el gran Triunfador. Cf. Mateo 26, 64; II Tesalonicenses 1, 10; Filipenses 3, 20 s.; Apocalipsis 1, 7, etc.
Muéstrate excelso,
oh Dios, sobre los cielos;
brille tu gloria sobre toda la tierra.
7
7. Desde aquí vemos, como tantas otras veces, que la oración ha sido escuchada. El alma del rey David va a desbordar en esa gratitud tan propia de los Salmos, que estalla aquí en un lirismo incomparable, queriendo apresurar el amanecer (versículo 9) después de aquella noche terrible. Cf. II Pedro 1, 19; 3, 12.
Tendieron una red a mis pasos,
deprimieron mi alma;
habían cavado una fosa delante de mí;
han caído en ella.
8
8. Los versículos 8-12 se encuentran también en el Salmo 107, 2-6, donde se ve su trascendencia mesiánica (cf. versículo 10).
Mi corazón está pronto, oh Dios;
firme está mi corazón;
quiero cantar y entonar salmos.
9
9. Salterio y cítara: literalmente “nébel y kinnor”, los instrumentos hebreos. Despertaré a la aurora, pero no en el sentido dé ‘me despertaré yo’, sino de ‘la despertaré a ella’. El salmista con su sublime entusiasmo no solo despierta a su instrumento, sino que se anticipa a la misma aurora para cantar al Señor.
Despierta, oh alma mía;
salterio y cítara despertaos;
despertaré a la aurora.
10Te alabaré, Señor,
entre los pueblos,
te cantaré himnos
entre las naciones.
11Porque tu misericordia
es grande hasta el cielo,
y tu fidelidad, hasta las nubes.
12Muéstrate excelso,
oh Dios, sobre los cielos;
brille tu gloria sobre toda la tierra.
Copyright information for SpaPlatense